Poesía de miembros del CPEAC

27. Las campanas de Supetar

Por Arturo Corte Herrera

26. Una confesión literaria

Por Arturo Corte Herrera

Sonoro se oye el carillón

Luciente noche mágica

El tibio viento de Supetar

Envuelve alegres caminatas

El Adriático cristalino ruge

Sinfonía de olas esmeraldas

Mi corazón late excitado

Al ritmo de las campanas

Hablar sobre Croacia, a veces resulta algo muy intenso por tantas emociones encontradas. Para ser breve, quiero decir que tengo una confesión que compartir. En mi reciente viaje a Croacia me di cuenta de algo que se me reveló muy claramente.

Esto es, que la poesía en Croacia no se escribe ni se inventa, solo se descubre. Se descubre, porque las metáforas fluyen espontáneas, con el suave rugir del Adriático cristalino, con sus olas esmeraldas. Flotan en el viento con el aroma de la lavanda, con la música de sus Klapas, con el sentir del dulce sabor del vino en mi garganta.

Cuando te desplazas por los mismos caminos por los que transitaron los abuelos y abuelas, al caer la tarde de un cálido día de verano, el canto de los grillos compitiendo con el incesante parpadear de las estrellas lejanas, es poesía mágica.

En lo profundo de la tierra descubro otra potente metáfora, donde las raíces ocultas de los olivos centenarios hacen posible que broten las aceitunas de sus ramas, como los cuerpos de nuestros valientes soldados, que yacen bajo esa tierra bendita, nos regalaron con sus vidas el poder seguir amando siempre, sin descanso, a una libre y maravillosa Croacia.

Así Croacia es una poesía viva, basta con pisar su tierra para sentirla con fuerza y, sin ser poeta, descubrirla solamente con todos nuestros sentidos, para nunca olvidarla.

25. "Cuadritos", el caballo de Pablito

Por Braiko

Pablito vivía en el campo con esa inocencia que tienen los niños que se crían lejos de las ciudades. Le gustaban todos los animales pero sobre todo los caballos a los que podía pasar mucho tiempo observando, descubriendo en ellos su manera de caminar, su pelaje, sus colores, sus movimientos.

Y se divertía poniéndole nombres a cada uno, que él mismo inventaba. Y un día descubrió que una de las yegüitas, a la que había bautizado con el nombre de “Zandunga”, estaba con su guatita como un poquito inflada. Y cada día notaba que estaba más y más inflada. Por eso, preocupado, pensando en que podía estar enferma, le preguntó a su mamá:
“¿Mamá, que le está pasando a la “Zandunga” que está como hinchadita?” “Nada malo Pablito, solo que pronto va a ser mamá y lo que tiene en la güatita es un potrillito que está creciendo en ella cada día más, hasta que esté lo suficientemente grande como para nacer”.
Así Pablito quedó más tranquilo pero ahora muy pendiente de cuando iba a ser el día de ese nacimiento.

Cuando el potrillito nació quedó muy sorprendido porque éste tenía unos hermosos colores blanco y negro, que formaban como cuadritos en su pelaje, los que no nunca había visto en el resto de los caballos que formaban la tropilla. “Mamá, mamá, nació el potrillito de “Zandunga”. Estuve pensando qué nombre le voy a poner y el que se me ocurre es “Cuadritos” por los colores blanco y negro que tiene”. “Mamá, ¿y por qué tiene esos colores si ningún otro caballo los tiene?”. “Porque su papá es el más negrito de la tropilla y “Zandunga” es blanca como un copo de nieve”.

Y “Cuadritos” se convirtió en el regalón de Pablito al que alimentaba, a veces a escondidas, con terrones de azúcar, pedacitos de zanahorias y otras golosinas que le gusta a los caballitos, que “Cuadritos” comía de su mano. Tanto fue el regaloneo que “Cuadritos”, cuando Pablito salía a caminar por el campo, lo seguía como un perrito. Pablito sabía que, cuando los caballitos eran ya grandes, para poder montarlos había que amansarlos y, al ver cómo lo hacían, le daba mucha pena porque parecía que los veía sufrir. Por eso decidió que nunca iba a dejar que eso pasara con “Cuadritos” y él mismo se propuso “amansarlo” pero con caricias y regaloneos.

Un día los papás de Pablito vieron, muy sorprendidos, que Pablito estaba montado en “Cuadritos” y se asustaron pensando en que se podía caer y lastimar. “Pablito, ¡Cuidado que “Cuadritos” puede corcovear y tirarte!”.
“No, papá y mamá, “Cuadritos” nunca me va a tirar. Yo con puro cariño le enseñé que, si yo quería andar en él nunca me iba a pasar nada malo. Así me aceptó y es por eso que puedo andar en él siempre seguro. “Cuadritos” vivió muchos años hasta que se convirtió en viejito siendo siempre el leal amigo y compañero de Pablito.

24. Hoy me volví padre

Por Mladen Matulić Cvitanić

Quiero que cada kilómetro Te hable con gozo Se levante de sol Y brille en tu corazón.

Hoy me volví padre Las noches derramadas en mis ojos Ahora ríos de un solo mar Tocan alegres las aguas de Brač.

Hoy me volví padre Esta noche en tu descanso Mi niño tomará tu mismo aliento Anclará luz amaneciendo El dolor traspasará de paz.

Hoy me volví padre.

23. Sangre, mar y sur

Por Alberto Texido Zlatar

(Concurso de poesía Hrvati, 2do. lugar)

Sangre, Mar y Sur

un hilo invisible a la distancia

de una nostalgia

de la sangre que no es agua

pero sí un sendero

proa a una nueva vida

y retorno para un recuerdo.

22. Adios a mi madre

Por Mladen Matulić Cvitanić

Esa carta partió mi pecho

Letras nubladas color roca

Lapidaron mi alma

Con vileza de puñal

El abrazo con mi hermano

Laceró nuestras espaldas

Sangre de la guerra aquella

Tu sangre dolida de distancia

Aún recuerdo ese adiós

Tú en esa costa blanca salina

Nosotros embarcados

Nunca más pude volverte a ver

Se despiden las nubes

Y se rompen cómo Adriático

Se despide mi alma

Y florece en la tuya de amor

Madre descansa calma

En la morada eterna

Otač tomará tu mano

Serás mi estrella dulce y luminosa

Madre descansa en paz

Draćevica te miro hoy desde el molino

La dorada luz del atardecer te baña

Como si oro en polvo te hubiera llovido

En el corazón de Brač escondido

Abrazado por un mar de esmeraldas

Recostado en el regazo de Dios

Te pareces a un destello divino

Tu sangre y tu vino hoy corren por mis venas

Como la savia lo hace en los milenarios olivos

La robusta fuerza de tu alma indómita palpita

En momentos mágicos sin descanso ni fatiga

Tus muros y tus hijos en tantas mesas compartidas

Me contaron las verdaderas historias de tu pueblo

Que forjaron con su ejemplo tus viejos que han partido

Legando a sus hijos su eterno amor por Draćevica.

El viento me trae tu aroma de lavanda

Cuando el ruido de los grillos inunda mi alma

Mientras las uvas maduran en las parras

Siento la música fluir de tus gargantas.

Cuando la luz del sol ya se esconde

A mi amada le digo caminemos lentamente

Que el tiempo no vea nuestros pasos

Ni tampoco escuche nuestros besos

Así ciego y sordo de pronto se detenga

Para hacer este momento perpetuo.

21. Draćevica

Por Arturo Corte Herrera

(Concurso de poesía Hrvartis 1er. lugar)

20. Austro generoso

Por Mladen Matulić Cvitanić

Até estos sueños míos

Cómo rugiendo

Levantándose en la furia

De este austro que me habla

¡Dame tus dolores que los calmo!

¡Dame tus anhelos que los yergo!

Me diste tus manos nuevas

Donaste a mi reino tus tesoros

Te traeré las cumbres últimas

En el inicio fecundo

De tu mar que sabe a Balcanes

Y bebe con ardor las aguas de mi austro.

19. Romance A la monjita de las manos de plata

Prosa de autor español escrita en verso por Braiko

Hay una monjita bella

En un convento de España

Hay una monja feliz

Que tiene manos de plata

Manos suaves hacendosas

Manitas bellas de santa

Que laboran todo el día

Que largas horas trabajan

Que alimentan a los pobres

Que a las flores dan el agua

Que al cielo a veces se alzan

Para adorar a la virgen

Para alcanzar de sus gracias

Pero la monjita bella

Por un caballero amada

Quiere dejar el convento

Porque también ella lo ama

Antes de irse le reza

Y pide a la virgen santa

Que le alimente a sus pobres

Y que dé riego a sus plantas

Y que cuide del convento

Al cual deja con nostalgia

Llega la noche muy negra

Y ella sus ropas cambia

Y saliendo de puntillas

Deja la gloriosa casa

En el portal está el hombre

A quien ama con el alma

Y con él se va y ya lejos

Un beso a la virgen alza

Y la monjita no vuelve

Pasan largas las semanas

Mientras tanto en el convento

Sus hermanas no la extrañan

La de las hermosas manos

En un castillo se halla

Olvidada por el hombre

A quien aun ella ama

Y la monjita recuerda

Lo feliz que se encontraba

Entre los jazmines blancos

Entre las rosas rosadas

Entre los jilgueros verdes

Que su convento habitaban

Pasa monótono el tiempo

Siguen largas las semanas

Y nuestra monjita bella

Que en castillo se hallaba

Turbada de soledad

Una mañana se arranca

Más tarde llega al convento

Con cansancio y apenada

Y cuenta a la superiora

Que ésta nada en ella extraña

Su fracasado amorío

Con el caballero de armas

Uno de barba azabache

Del que poco recordaba

La buena madre reía

Sin dar mayor importancia

A lo que la joven le hablaba

Hija mía tú lo sabes

Tú aquí siempre velabas

Por tus pobres y tu iglesia

Por tus rositas rosadas

Por jilgueros y jazmines

A los que tanto cuidabas

Tal idilio que me cuentas

Lo has soñado esta mañana

Ve y sigue trabajando

Que tus manos son de plata

Asustada la monjita

Bien pronto cuenta se da

Que la virgencita santa

Nuestra gran madre María

Su ausencia reemplazaba

Alimentando a los pobres

Dándole riego a las plantas

Y cuidando del convento

Al cual ella regresaba

18. A una amiga

Por Braiko

¿Cómo puedes decir

Ya no me quiero?

Si tú eres,

El hermoso color de tus cabellos

El maravilloso verde de tus ojos

Tus lindas mejillas, tu nariz, tu ceño

El rojo de tus labios

La suavidad y tersura de tu cuello

Tus hombros femeninos

Los hermosos bultos de tus senos

Tu regazo maternal

Que acunó a tus hijos en sus sueños

Tu cintura, tus caderas de mujer

El contorno suave de tus piernas

La linda forma de tus pies y de sus dedos

Pero tú eres mucho más que solo cuerpo

Eres ternura, alegría, eres vida

Eres inteligencia y sentimiento

Eres amiga, madre, hermana, hija

Eres mucho más que todo eso

Quiérete por lo que tú eres

No es poco, ¿cierto?

17. Qué bello el mundo sería

Por Braiko

Qué bello el mundo sería

Si siempre en nuestro actuar

Pensáramos en el otro

Cómo lo puede afectar

Y nunca siendo egoísta

Solo en nosotros pensar

Al conducir por ejemplo

Respetar velocidad

Todos los pasos de cebra

Letreros no estacionar

Y lugares reservados

Para la tercera edad

O de discapacitados

Respetar siempre el lugar

Los letreros ceda el paso

Y en discos Pare, parar

Respetar el medio ambiente

Si hay basura que tirar

Hacerlo donde se evite

El entorno ensuciar

Reciclar lo que se pueda

También el agua cuidar

Para no llegar al día

Que nos empiece a faltar

En todo lo cotidiano

Al prójimo respetar

Y si alguna vez sintamos

Que nos pasan a llevar

Cuando eso nos suceda

Siempre hacernos respetar

Respondiendo prontamente

Pero con serenidad

Que la cosa conversando

Siempre se puede arreglar

Para lograr todo esto

Empezar por educar

A nuestros hijos queridos

En el seno del hogar

Como no todos los niños

Esa suerte la tendrán

Profesores de colegios

Ellos deben cooperar

En instruir a los niños

En el siempre respetar

Solo así llegará el día

En que en el mundo morar

Sea algo muy hermoso

Solo para disfrutar

16. Fluir

Por Braiko

Deja que tu existencia fluya

Déjala recorrer por los caminos

Que día a día tu voluntad y entorno

Van construyendo desde que eras niño

Disfruta de la vida simplemente

Teniendo siempre por principio

El no dañar a nadie en ese empeño

Más bien procurando el beneficio

De todo aquel que te rodea

Padres, hermanos, amigos o enemigos

Frente a la adversidad no te deprimas

Acepta el plan que Dios tiene contigo

No trates de culpar o bien culparte

De lo que fue o lo que pudo haber sido

Deja que tu existencia fluya

Y, al fin, a Dios que guíe tu camino

15. En aquellas noches

Por Braiko

En aquellas noches

En que el triste otoño

Con sus lluvias frías

Con sus vientos sordos

Todo lo entristece

Yo me siento solo

Y en mi soledad

Me pregunto cómo

Cómo estarán aquellos

Los que sufren, ¿cómo?

Los que sin un techo

Los que sin un toldo

Llenos de pesares

No tienen un poco

Del calor, del pan

De lo que yo gozo

¿Creerán en Dios?

¿Creerán en nosotros?

¿Odiarán al mundo

que los deja solos?

O ya no podrán

Sus resecos ojos

Volver a llorar

O quizás tampoco

Ya puedan sus labios

Desahogar su enojo

Gritar, maldecir

A todos y a todo

Y entonces pienso en mí

Y me encuentro poco

Me siento egoísta

Impotente lloro

Yo que tengo hogar

Yo que siempre como

Cuánto me he quejado

Y lo tengo todo

Y la noche fría

Y el viento de otoño

De susurro triste

Semejando coros

Se llevan mis penas

Me dejan más solo

14. La edad

Por Braiko

La edad, esa tirana implacable

Que nos marca día a día

Que sigue sin un descanso

El pasar de nuestras vidas

Mostrándonos sus efectos

Sin estar nunca vencida

Como siempre recordando

Lo fugaz de nuestras vidas

De jóvenes no los vemos

Ni pensar que llegarían

Los efectos de la edad

A complicarnos la vida

Los percibimos muy lejos

Por allá, en algún día

En que mejor no pensar

Como si la juventud sería

Algo que siempre durara

Que nunca terminaría

Por más que nos arreglemos

Por medio de cirugías

Al final siempre aparecen

Las odiadas arruguitas

O queramos ocultar

Por medio de tinturitas

El color de los cabellos

Esas rebeldes canitas

Que siempre reaparecen

En pocos o varios días

Por eso no hay que esconder

Nuestra edad cual si sería

Algo que nos avergüence

Que ocultar de nuestra vida

Mas con orgullo asumir

Nuestra edad con hidalguía

Viviendo con dignidad

Nuestra edad, día tras día

La noche sin estrellas hace más nítido el silencio cortado por el respirar de Juraj que espera, acurrucado en la oquedad de la roca que lo abriga y protege. Una tibieza lo va cubriendo, una tibieza con olores de pan recién horneado, con sabores de leche fresca, con aromas del tabaco de su padre, risas de sus hermanos Bozidar y Stjepan, revuelos de las faldas de la Mamiza. Piensa en Nevenka y su hijo. ¿Habrán llegado a la isla donde su abuelo, y los abuelos de los abuelos han vivido?. Esa isla ignorada por las invasiones y las guerras que arrasaron su tierra.

Un punzante dolor disipa esa tibieza al recordar a su padre. Hace ya un año murió fusilado en la otra ribera del río Drava, por eso, por ser croata. ¿Pero qué crimen es ése?, se pregunta desesperanzado. Busca respuestas al porqué de este loco disparar, de este odio aflorado. ¿ No es odio el de aquellos siete que acribillaron a Stjepan la noche del Sábado Santo? Lo dejaron solo, desangrándose, agonizando, hasta que Bozidar lo recogió ya moribundo.

Se rebela su sangre, despertando todo el cuerpo, y activa sus sentidos.

Mira el reloj; pronto será la hora. Veinte como él están emboscados, dispersos, esperando la señal. Y veinte grupos de otros veinte a lo largo del Drava. "– Bozidar está más cerca de la ribera, en el barranco. Es más viejo en esto-", se dice, atragantado, con una mezcla de orgullo y pena.

Endereza la espalda, extiende las piernas y echa la cabeza hacia atrás. Ordena y alerta el cuerpo, concentra su mente en lo que viene. - ¡ Basta ya! ¡ Que se acabe esta mierda de guerra!, – masculla con rabia. Una rabia que lo va envolviendo y amplía sus latidos. Se yergue, estirándose. Respira profundo, afirma fuerte los pies. Sus ojos son dos líneas azules, lejanas, frías.

La señal esperada. Endurece el rostro, siente que un río de acero corre por sus venas. Galvanizado, aferra su arma y decidido, abandona su refugio y enfrenta su destino.

Tendido, mirando fijamente al frente, la metralleta lista, avanza con los codos. Desde la tierra oye el mandato de sus antepasados. - "¡ Dios, que a Bozidar no le toque hoy! -", ruega.

Fogonazos que se acercan. Al tableteo de una ametralladora responde con el tartamudeo de la suya, en un duelo cruel, despiadado.

Le corta el aliento un ardiente explotar en su muslo izquierdo. Siente que el río de acero se transforma en una mancha que no ve, pero palpa tibia. Su cuerpo se ablanda lentamente. Los ruidos se alejan. El oscuro silencio lo arrastra. El tiempo ya no importa.

Otro dolor, diferente, lo hace abrir los ojos. En la penumbra del amanecer reconoce los de Bozidar. Ve sus manos firmes que envuelven su pierna. En su cara, la decisión de cada movimiento.

¿ Terminó todo?- susurra Juraj.

Hay tregua. Para Corpus, la Paz- le contesta breve, telegráfico, y aprieta su mano.

Acomodando la pierna herida, afloja el cinturón y coloca de almohada el morral, con el cariño de hermano mayor y el cuidado de un enfermero.

- ¿No más fútbol?- le pregunta tratando de sonreír. Pero con un temblor de labios musita: - ¿No más nada?- ahogando un quejido.

- Aguanta. Debes encontrarte con Nevenka- le ordena Bozidar, tratando de de despertar sus esperanzas. Acercando su cara a la de su hermano, mezclan sus lágrimas. - Llora, tenemos mucho por qué llorar – le dice Juraj, quedamente.

El sopor lo va invadiendo, con olores de pan recién horneado.

13. Sin dudas

Por Jorge Skarmeta

12. Decir yo te quiero

Por Braiko

Siempre el decir yo te quiero

A quien quiera que se diga

Debe implicar compromiso

Y nunca debe decirse

Sin estar bien convencido

De ser incondicional

Con el ser que es querido

Un compromiso real

Que no quede en el olvido

Que jamás lo ponga en duda

Cualquier mal rato vivido

Que no sea el rencor

El que afecte el cariño

Si no siempre el perdonar

Si alguien se siente ofendido

Quedando intacto el amor

Entre los seres queridos

Por eso el decir te quiero

Aunque suene muy bonito

Debe decirse sintiendo

Verdadero amor, genuino

11. Nuestra tierra está muy triste

Por Braiko

Nuestra tierra está muy triste

La estamos tratando mal

Contaminamos su aire

Cada día más y más

Botamos mugre en sus ríos

En sus lagos y en el mar

Poco o nada nos preocupa

Todo lo que es vegetal

Incendiando sus paisajes

De manera intencional

Talando sus arboledas

Poco a poco sin pensar

Que sin el verde la vida

Muy poco puede durar

Tampoco nos interesa

Su hermoso reino animal

Invadiendo sus fronteras

Destruyendo su hábitat

Extinguiendo a sus especies

Que no resucitarán

Inundaciones sequías

Cada día las hay más

Temperaturas extremas

Que nos cuesta soportar

Terremotos y tsunamis

Se repiten sin cesar

Catástrofes huracanes

Y epidemias además

Es lo que estamos viviendo

Cada día más y más

El por qué tanto desastre

Nos debemos preguntar

Será que la pobre Tierra

Ya casi no guanta más

Y es como se está defendiendo

Es su forma de expresar

Que paremos nuestro embate

Que no la ataquemos más

Pues si eso no sucede

Solo nos cabe esperar

Que lo que ahora es defensa

Se convierta en un vengar

Aun estamos a tiempo

De poder reflexionar

Y concluir cuanto antes

Y ya no tardarnos más

Que cuidar a nuestra Tierra

Sea lo que importe más

De manera que la vida

Pueda siempre perdurar

10. El concurso

Por Marco Antonio Barticevic

El domingo cuando, a la hora de almuerzo, queríamos colocar pimienta a la sopa, nos encontramos con que había desaparecido el “pimentero”, aquel aparato de unos 30 centímetros de altura y unos 8 de diámetro, de madera, que usamos todos los días para moler la pimienta.

Primero buscamos en los lugares más recónditos de la cocina: en la alacena, detrás de cualquier caja o armario, debajo de otro tanto de cosas, nada. Algo de ese tamaño no es fácil de perderse. Así que, con poca esperanza, seguimos buscando por la sala, el quincho, hasta en el baño (solo nos faltó debajo de la cama). Quedó solo una posibilidad, buscar en el tacho de la basura, ya que aunque es redondo podía haber seguido los pasos de la famosa “tortilla”, pero para cuentos ya tenemos bastante con lo que está pasando. Y ahí estaba el malvado, en un saco negro de basura, esperando ser enviado al basurero al día siguiente.

Empezamos a conjeturar sobre cómo evitar pérdidas similares en el futuro. Después de cuatro meses de pandemia todo es posible. Una posibilidad es atarle un cordel de unos tres metros al lugar donde siempre queda estacionado, otra alternativa es pegarle un chip, del tipo que usan las puertas de los automóviles y llamarlo a distancia. Por último, estimamos que debíamos recurrir a los amigos, que bastante tiempo tienen para idear más posibilidades.

Así que ahí va el concurso, ¿cómo asegurarse que no se nos pierda de nuevo? El premio será entre uno y cinco granos de pimienta negra, dependiendo de la imaginación del ganador. ¿Hasta cuándo? Hasta que encuentre el paquetito de pimienta en grano que compré esta mañana y que, al llegar a casa, no encuentro. Debe ser que entre “sanitizar” lo comprado, rociar con cloro disuelto la suela de los zapatos, lavarme las manos y, por seguridad, ponerme un poco de alcohol-gel y sacarme el barbijo (tapabocas, mascarilla o como quiera que lo llamen).

Sobre este último artilugio, la verdad es que me han propuesto que no me lo saque ni dentro de casa: en el baño, para que no cante en la ducha; en la cocina y el comedor, para que no coma tanto; en la sala para controlar los garabatos cuando miro los telediarios; para otros lugares de la casa me ahorro el comentario, se me perdió el paquetito.

De antemano, gracias a todos por participar, así que descontráiganse “paso a paso” y pongan a trabajar sus cerebros en un concurso que solo se puede dar en tiempos de pandemia. Prometo enviar a todos las propuestas que reciba.

9. El señor laku noc

Por Milka Marinov Vlahović y Lena Calzada Marinov

Cuento escrito por Milka e ilustrado por su hija Lena, especialmente para niños y niñas de la colectividad de ascendencia croata en tiempos de cuarentena, con algo más de espacios para compartir y crear en familia

8. El celular

Por Braiko

Aparatito infernal

Que nos tiene convertidos

Cual esclavos sometidos

Es el fono celular

Ha llegado a estar presente

Casi en todo en nuestra vida

Que ha quedado convertida

En el estar siempre ausentes

Ausentes en reuniones

Ya sea con familiares

Y también con amistades

En todas las ocasiones

Evita que disfrutemos

De apreciar lo más hermoso

Que este mundo sin un costo

Nos ofrece con esmero

Pues nuestra cabeza gacha

No nos permiten mirar

Y solamente apreciar

Lo que aparece en pantalla

Y algún día va pasar

Que la evolución dictamine

Que el ser humano camine

Agachado y nada más

Con la mirada enfocada

Solo en el celular

7. Ojos azules

Por Braiko

Ojos azules

serenos y hermosos

fiel espejo de tu alma

ojos azules, preciosos

que no dejo de admirar

como admiro de ti todo

Ojos azules, lindos ojos

que me tienen encantado

aun cuando muy poco

tú me permites mirarlosy los veo solo en fotos

¿Qué puedo hacer?

sea mucho sea poco

para mirarte de frente

no ya más en una foto

y así sentirme en el cielo

en el azul de tus ojos

6. Canto a la naturaleza latinoamericana desde su vértice austral

Por Nicolo Gligo

Encontraste en las páginas del viento

el camino que esparce tus lamentos.

¡Despierta! te gritaron tantas voces

desde los socavones de las minas

y desde los maizales expoliados.

Reconocí tu historia acumulada...

tu grito tiene el timbre del saqueo

con tantas primaveras desoladas...

perseguida tu sangre en los extremos,

reprimidos los ríos indomables

coartado el amor entre trigales…

!Oh mares de azucenas marchitándose!

!Escribid este canto entre tus cantos!

Soy uno entre tus hijos, uno más,

que proviene de nieves intocadas

con sangre forastera incorporada.

Soy de los vendavales sin descanso

junto a la cruz del sur sobre los coigües.

Soy de diurna oscuridad de los inviernos

soy de estíos de noches de crepúsculos.

Tu grandeza, América, descubrí

desde el vértice austral de Magallanes

por la Tierra del Fuego sostenido.

Tus floridas auroras invernales

susurrando con nieves los desvelos

que el Selk’nam nos dejó como lección:

“Los blancos que creían sojuzgar

a la tierra, madre de las madres,

serán incorporados a su vientre…

Cuando cientos de inviernos se disipen

no será ya el mismo vuestro dios

vuestras almas serán como las nuestras

y al mirar estos bosques, estas praderas,

estos ríos de aguas cantarinas,

estos montes, que cercan nuestro mundo

renacerá en vosotros nuestro espíritu

porque ellos no perecerán jamás

mientras siga existiendo esta tierra”

La sombra de la estepa se agrandó

tratando de llegar al infinito.

Se esparció sobre el lago el crepúsculo

con sus ondas de viento patagónico,

ese viento ancestral, de furia intensa

que modeló montañas y roqueríos

que sólo lo venció la toldería;

ese viento que estuvo allí presente

cuando el Selk’nam habló tan sabiamente.

No pasaron ni cien años desde entonces

cuando con su canto subí hacia América…

Primero me adoptó Chile central

donde el cáncer de la tierra, la erosión,

dominaba el paisaje de ilusiones

con cárcavas en el suelo empobrecido.

Nuestros bosques caían arrasados

nuestros pájaros caían cercenados

nuestros peces caían en las redes

pero de golpe empezaron las desdichas

y empezaron a caer seres humanos…

Al Sekl’nam visionario comprendí

y al exilio partí con su mensaje.

Hasta tu vientre América trepé

primero lentamente en el océano

después a tus entrañas laceradas.

De tu interior traté de construir

historias ancestrales de inmigrantes

que veían en ti su esperanza.

Quise encontrarte y verte en mis paisajes

de otoños europeos con abetos...

pero surgió entre volcanes la araucaria

los gigantescos lotos amazónicos

la explosión tropical de clorofila.

Al recorrerte América sin pausa

trepé a tus escaleras tornasoles

a los Andes transidos de glaciales

a las nieves sinuosas e indomables.

Traté de conquistar donde nacía

la aurora fulgurante que divide

la dirección contraria de los ríos,

al oeste, furiosos e inclinados

al este, caudalosos, desbordados...

Los valles Chalcaquíes me llevaron

a contrastar oasis con sus cielos

igual que en el Elqui legendario

donde se alcanzan estrellas con las manos.

Allí el cielo nocturno es una fiesta

de cientos de astros en movimiento

y al mirar esa bóveda, ese cénit,

un instante puede ser eterno.

Recuerdos los caminos de la pampa

donde los gauchos cantan al silencio...

la sucesión de postes y piquetes,

ese pasto que emerge señalando

sus panojas sedientas de rocío.

El aire mutilado por los grillos

el relámpago intruso que preanuncia

el agua generosa hacia la tierra.

Y fustigando siempre el horizonte

arribé a ese santuario de vivencias:

Buenos Aires, tus noches cerca al río

y junto al puente Alsina, guapo y noble,

bandoneón mezclado con nostalgia...

las Dársenas, San Telmo y La Boca

consabidos lugares legendarios...

pero no te palpábamos entre ellos

sino en la bruma tersa de tu río

en una vieja calle de Boedo

en el mesón gastado del café

donde la libertad tomaba forma

de heroína lejana y deseada.

Seguí hacia el norte en busca de tus formas

extensos territorios de llanuras

con sus cañas boreales incrustadas,

de espinales hirientes e invasores

de polvorienta sed en la sequía

de inundación constante con las lluvias...

Chaco Gualamba, te amé entre quebrachos

perseguidos por las sierras traicioneras

que en inglés esparcían aserrín.

Chaco, mezcla de gringos y de tobas...

tu Pilcomayo de interfluvios vagos

en la sabana paraguaya tersa

transido de nostalgia Guaraní.

¿Y no es el pantanal tu pubis virgen

cuya vitalidad enfurecida

en los húmedos estíos se recrea?

Busqué la mata Atlántica ascendiendo

en los restos que quedan de otro tiempo

donde reinaba la selva junto al mar.

Se esfumó en el oro que produjo

para comprar esclavos en subastas…

Brasil de los turistas, continente,

país del carnaval organizado...

pero nuestro Brasil es de su vientre,

del legendario y mítico Amazonas,

de la Caatinga seca, tosca y dura,

de la amalgama humana de colores

del cósmico hibridaje creativo...

El gran río se llevó en sus entrañas

los bosques convertidos en cenizas

los suelos destrozados por el surco

convirtiéronse de a poco en desierto

transitando desde el verde hacia el rojo

de suelos lateríticos dolientes.

Muchas etnias también se extinguieron…

El implacable afán colonizante

hizo estallar en llanto a la selva

las copas de los árboles gigantes

no protegieron más a los indígenas

su mundo se fue junto a los bosques.

Vi en Belem a Yemanjá junto a su historia

transportada en olas africanas;

palpé aquí el hechizo alucinante

del rito de la tierra madre nuestra

rogando que Xangú los expulsara

a esos duros Exús de más al norte.

Deambulé en el altiplano silencioso

Oruro me contó su historia trágica

de mineros tragados por la tierra…

Los mosaicos de los valles interandinos

en esos cuadros pintados con pinceles

sumergidos en tintas de pobreza…

Potosí, tu argentado cerro,

inmenso sarcófago de ancestros estrujados

me hizo mirar al sur de Tiahuanaco...

¿Por qué el cóndor dejó el Alto del Sama?

¿Por qué su sombra amplia no se esparce

desde esa fortaleza descolgada?

¿Dónde escapó el tatú, el cernícalo,

la vicuña, la alpaca y el ñandú?

Sus hogares arados, cercenados...

!América, te secan lentamente!

recolectando el mar tus estructuras

vaciándote tu dermis y tejidos

en el continuo flujo de tu savia

que transforma tu intensa geología

formada en los procesos milenarios

en cálidas y gélidas etapas,

deformada en los años demenciales

de saqueos foráneos e intestinos.

Abajo el Urubamba me situó

surgiendo recortado Macchu-Picchu...

oprimió mi garganta una paloma...

Muchos han alabado tu grandeza,

después de nuestro Pablo poco queda...

Pero yo reivindico tu cubierta

tus pastos emergiendo entre las piedras,

tus terrazas, la base de tu fuerza.

Del fecundo maíz hay pocos cantos,

de ese maná ancestral americano

de ese vigor del germen reprimido

que realizó el incásico milagro

de acariciar el sol entre picachos.

Deambulé en mozaicos de sembríos

con gente de ropaje de arcoiris

desde el mar subí entre tus flores:

Quito de mil colores tornasoles

que renuevan tus nubes por instantes

templo de las alturas susurrantes

coronado por volcanes vigilantes.

Descendí desde el páramo embebido

de jardines donados por los dioses

donde escuché los siglos naufragados

donde navegan capullos en el tiempo...

Me envolvió Bogotá con su sabana

con verde enloquecido de rocío...

ese mar de gramíneas que encandila…

Es Colombia abrasada por los Andes

que origina tu intensa geografía.

Tus collares de montañas azarosas

descubren día a día sus entrañas

y organizan tus múltiples parajes

contrastando con la magia de tus seres.

Antes de la amalgama de las flechas

con miles de armaduras y arcabuces

tu perpetua y dura geografía

estaba poseía de culturas

de palacios, pirámides y estatuas.

El Asia desde el Norte, por Alaska,

los rostros de dulzura mongoloide,

el camino ancestral desdibujado...

Tlatilco apareció en la penumbra

de las lejanas noches primitivas

mostrándome sus dioses y sus gredas.

El sol en la pirámide formose,

la fuerza constructora de imperios

habló en Teotihuacán y sus contornos...

Me impregné de esas viejas cicatrices...

¿Dónde quedó Mixcoatl y su gran hijo?

¿Quizás en los pinceles de Rivera

o en las lejanas huestes de Zapata?

Miré en Chichen-Itzá tu firmamento

para verlos luchando en las estrellas...

América del Centro me llevó

a compartir las cálidas vivencias

a rechazar enclaves bendecidos

para entender las luchas de tus gentes.

Nicaragua, se agitan tus volcanes

que irrumpen desde el fondo de tu vientre

mostrando fumarolas libertarias

y erupciones de sangre si te agreden.

Desde el cielo a tus arenas arribé,

aguijones de luna y de rocío,

el amplio cañaveral incorporado

Escambray decididamente nuestro.

Tus ojos de agua y piedra tienen brillo

por la inclemente lucha generada.

!Tus palmeras trajeron el murmullo

del sueño universal que se alejaba!.

Fue la noche que hirsuta me envolvía

en la invadida selva arrinconada...

incliné la cabeza en la penumbra...

el caoba talado, cercenado,

el cedro, el palo santo, los alerces,

el caucho con sus largas cicatrices,

la palma lacerada y encendida.

Forzando la mirada en el ocaso

herido por las sombras de la noche

que mordían rincones luminosos

busqué sin resultado aquellos árboles

centenarios, que antaño me cubrían

de estrellas indiscretas y brillantes.

¿Dónde quedó el ombú y el babazú?

A los coihues cortaron sin descanso,

el puma no encontró su madriguera...

la impúdica versión de la miseria

se expandió con la muerte de la fauna.

Regresé nuevamente a mis orígenes

a nuestro canto austral y libertario...

al roble moribundo me abracé...

entre lengas y coigües milenarios.

Sentí la presencia de aquel Selk’nam

que en el bosque esparció su pensamiento:

“Deambulan aun nuestros espíritus

buscando entre los tuyos a hermanos

que no solo no agredan a su entorno,

que vean a los ríos y lagunas

a los bosques, colinas, y montañas,

al guanaco, al albatros y al pingüino

como parte del mundo de los nuestros”.

“Cuando sea la tierra rescatada,

cuando no la adelgacen ni la expriman,

cuando crezcan árboles sin temores,

cuando ballenas surquen los océanos,

espíritus antiguos de los nuestros

se introducirán en los de ustedes

y resucitemos en sus cuerpos

porque forman un todo con la tierra

y no morirán mientras ella exista”

Se esfumó la silueta entre los árboles

lo despidió un chercán con su trinar…

Las piedras pensativas de mis sienes

revelaron de pronto mi cansancio...

y grité en la estepa infinita:

!Rebélate América y despierta!

Enséñame a construir sobre pantanos

emerge floreciendo los trigales,

ahoga las canciones de sirenas

que ocultan eslabones de miseria...

las manos todas juntas, apretadas,

con resto de la selva calcinada...

para que el maíz dé mazorcas abundantes

para recuperar la vida desafiante....

5. Al inmigrante croata

Por Braiko

Dejaron a padres y hermanos

A una familia entera

A amistades y a novias

A su maravillosa tierra

Con el alma acongojada

Y una tremenda pena

Estando casi seguros

De jamás volver a verla

Pues no había alternativas

Eran tiempos de preguerra

De pobreza y escasez

De buscar otras fronteras

El viaje fue por vapor

No había otra manera

Muy largo y sacrificado

En condiciones severas

Y así una vez arribados

A esta su nueva tierra

fueron formando familia

y superando su pena

de haber dejado Croacia

Ahora su lejana tierra

Gentes sencillas y honestas

Que muy bien y a su manera

Nos educaron y dieron

valores a toda prueba

los cuales agradecemos

como magnífica herencia.

4. Nada - Yo - Una apreciación

Por Iván Bravo Borić

Nada

Tus ojos

y nada más.

Fuera de ellos

todo es fugaz.

Nada en el mundo

cabe en el rumbo

de tu mirada,

nada;

sólo la nada

que en tu azul

quedó varada.

Pero eso fue todo,

y ahora es nada.

Yo

Soy yo,

y tú también,

porque en cada parte

de mi ser estás,

y no tengo una hora

en la que no mores

ni un lugar donde tu

alma no me habite.

Una apreciación

Surjo en el silencio

de esta noche tardía,

como un ácido luminoso

restalla en la nada,

para sembrar el aire

de muerte y de vida,

y esparcir sueños

en tibia bandada.

Soy promesa alada

y pálido relumbre,

luz de geometría

ensimismada,

y también,

¿por qué no decirlo?

oscuro desconcierto.

Y si lo distante y lo profundo

no son la misma cosa,

como volar cual mariposa

no es recorrer el mundo,

lo cierto

es que mi palabra es fuego,

así que avanzo y retrocedo,

subo, bajo y quiero,

y la libertad se enciende

a un lado y otro

de mi estero.

3. Sueños

Por Mar

Amanecí con buenos sueños

naufragando con ganas de resolverlos

sequé mi cara mojada

deseando que me buscaras

bajo cielo, sobre tierra

me propuse desafiar

días sin causa

leí y lo escribí

imaginándome en mil enredos

volé con mi mente

esperando tu llamado

sobre el muelle de mis sueños

solté el ancla de mi memoria

levanté mis piernas de la nada

sin saber que me llamaba

fui a buscar lo que esperaba

océanos en calma

hacían mis noches largas

sentía que todo podía cambiar

en un segundo no mas

el cielo volver a mirar

luego despertar

sintiéndome capaz de todo

reencontrarme conmigo

al fin...

estar contigo.

2. Dar a los hijos

Por Braiko

Hijos les quiero expresar

Lo mucho que yo los quiero

Y por eso con esmero

Los he querido criar

Y en la crianza esmerada

Está clara la exigencia

Del educar a conciencia

Con bondad administrada

Y esa clase de bondad

No es en nada limitada

Solamente está enfocada

A lo que es la realidad

Y es que en la vida real

No es fácil lograrlo todo

Por eso, de ningún modo

Puedo ser tan servicial

Más bien hacerles saber

Que todo requiere afán

Pues muy poco lograrán

Con simplemente querer

Pues todo lo que queremos

Requiere de sacrificio

Que con ningún artificio

De otra forma lo obtendremos

Así mi no dar a veces

Muy lejos de desamor

Es una forma de amor

Que ya apreciarán con creces

A mi papá le gustaba cariñosamente llamarme «Dormilón» en nuestra original y antigua lengua kawésqar; era la forma de referirse a mi feliz y plácida condición de seguridad y confianza que me entregaba el mismo, en mi rapidez con la que una vez que me acomodaba en nuestra silenciosa y apacible canoa y junto al calorcito de nuestra fogata que permanecía siempre encendida dentro, sobre arena y barro seco junto a mi querido perro «Juguetón», me dormía y viajaba plácidamente junto al vaivén que producía el pequeño oleaje cercano a las playas de los cientos de amplios, profundos y espejados canales que acostumbrábamos a recorrer orillando por nuestra especial tierra ancestral.

Esto sucedía cada vez que mi papá, luego de asegurarse que las condiciones del permanente y lluvioso clima de nuestra húmeda tierra se aclara y despeja con alguna aparente calma, toda mi familia estaba lista y dispuesta para salir de pesca, de caza y de recolectar huevos y las necesarias y gigantescas cholgas y otros mariscos que eran nuestros principales alimentos que al retorno a nuestra aldea en Puerto Edén ahumábamos para conservarlos mejor y que consumiríamos secos o en olorosas y deliciosas sopas calentitas que preparaba mi mamá con gran cariño, especialmente durante el tiempo de los grandes vientos, de las espesas nevazones y de las lluvias torrenciales.

Yo disfrutaba del hermoso recorrido, me impresionaban los verdes y tupidos bosques, las grandes y poderosas montañas nevadas, sus cascadas, el canto de los pájaros, el rápido avance de los delfines y lobitos que nos salían al encuentro, amaba el respeto que mis papás tenían con toda nuestra naturaleza, por lo que siempre me repetían: «dormilón», “la madre naturaleza es buena y generosa con todos nosotros» las personas de carne y hueso», pero debes siempre respetarla y no destruirla sin una debida y necesaria justificación.

Recuerdo que una vez sucedió algo muy especial y poco común: mientras papá remaba, mi mamá guiaba la canoa en la parte trasera, que ahora conocemos como “popa” junto al timón y yo me había ubicado en la parte delantera la “proa”, como siempre disfrutando del paisaje, vimos como una gigantesca ballena se acercaba lentamente a nosotros mostrando su hermosa cola cada vez que se sumergía, a su lado saltaban alegres delfines acompañados por lobitos que rápidamente estuvieron a nuestro lado, grande era nuestra sorpresa cuando escuchamos que en nuestra propia lengua todos los animales nos saludaban y agradecían el respeto que nosotros teníamos con ellos, así eran felices y podían vivir libres y seguros, compartiendo con nosotros esta inmaculada y bella naturaleza, presente con las variadas aves en el cielo, diversos animalitos en la tierra y en el agua…

Pero grande fue mi sorpresa cuando repentinamente desperté mojado por la sacudida de una pequeña y fría ola que se había colado a nuestra canoa … al parecer todo había sido para mí solo un hermoso sueño, pero mi papá desconociendo absolutamente todo esto y para mi asombro, lo primero que me preguntó fue decirme: ¡Dormilón, dormilón!

¡Te perdiste de escuchar la voz de la ballena, de los delfines y los lobitos que se acercaron a nuestra canoa mientras tu … dormías!.

1. "Dormilón", el pequeño Kawésqar

Por Eduardo Pesce